Desde hace algunos meses la gobernabilidad de Argentina está en entredicho. La causa principal ha sido la protesta de los agricultores dedicados a la producción de soya, que no aceptan la pretensión del gobierno de establecer un impuesto sobre la exportación de ese grano. Eso ha llevado a bloqueo de carreteras, cierre de mercados e incertidumbre política a nivel nacional.
Esta situación se ha prolongado durante 5 meses, y la gente está cansada. Este fue el último mensaje enviado el 15 de Julio en las calles. Alfredo de Angeli, el carismático dirigente del campo gritaba en Buenos Aires: "(El expresidente Néstor) Kirchner quiere conducir el barco desde la sala de máquinas y lo va a destruir". Miles lo aplaudían en una protesta pacífica que pretendía salvaguardar el negocio agrícola frente al proyecto de recaudación de impuestos estudiado en el Senado. La iniciativa pretendía que los impuestos de exportación de la soja, girasol, maíz y trigo dependieran de los precios internacionales de este mercado para redistribuir la riqueza. Sin embargo, los productores ya venían sintiendo los rezagos de los elevados aranceles, que desde marzo han pasado de un 35% a un 44%.
Las voces del pueblo llegaron a los dirigentes. En una votación tensa en el congreso sobre el proyecto que terminó en empate, el vicepresidente Julio Cobos dio la sorpresa al decidir votar en contra del proyecto de su propia jefe: “No puedo acompañar y esto no significa que estoy traicionando a nadie (...) Que la historia me juzgue, pido perdón si me equivoco. Mi voto no es positivo, mi voto es en contra.”
Las reacciones no se hicieron esperar. La presidenta despidió a 6 funcionarios cercanos al vicepresidente, lo que muchos ven como una venganza a su traición. El Jefe del Gabinete, Alberto Fernández, pasó su renuncia explicando que con esto pretende darle una oxigenación a Cristina. Lo cierto, es que esta derrota del poder ejecutivo tiene al país en medio de un limbo. La oposición se une a la idea de la ex candidata presidencial por el partido de la Unión Cívica Radical, Elisa Carrió, que sostiene que la nación vive un proceso de quiebre, donde esperan que la presidenta sepa escoger un mejor rumbo frente a la crisis del campo.
Lo cierto es que Argentina, siendo el tercer productor mundial de soya destinada a biocombustibles, tiene una poderosa clase media que se sustenta de este oficio. A diferencia de otros sectores campesinos latinoamericanos, este caso tiene una fuerza importante. Es una clase que resurgió tras la crisis económica del 2001, y se fortaleció gracias a los crecientes niveles de exportación de granos con el entonces presidente Eduardo Duhalde.
Los “cacerolazos”, como llaman los argentinos a sus protestas, han sido cuestionados por la misma presidenta como “mujeres paquetas”, u oligarcas, que pelean en contra de los intereses del pueblo. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Todo tipo de productores, e incluso, trabajadores de sectores distintos al campo han sido los protagonistas de estas iniciativas cívicas.
El peronismo argentino hace rato dejó sus ideales sociales y es criticado por muchos al haberse convertido en audaz estrategia para ganar elecciones, dejando de ser un partido preocupado por el interés de los trabajadores. Este neoperonismo, alejado del inicial de los años 60, funciona como perfecto eslogan para vender desarrollo social y educación, muy alejado de la realidad. Lo preocupante para muchos es que esta clase media que impulsó mejoramiento económico en años pasados está teniendo disminución y llevando a un crecimiento de la pobreza.
El enfriamiento de las relaciones internacionales que sostiene este gobierno no favorece la inversión extranjera. Pareciera que el matrimonio presidencial Kirchner ha notado las serias consecuencias del alejamiento político con países estratégicos-como sucedió con Estados Unidos a raíz del dudoso caso de la valija con 800 mil dólares, supuestamente mandados por el presidente venezolano Hugo Chávez para patrocinar la campaña política de la actual mandataria-.
La fragmentación actual ha llevado a que el gobierno argentino cambie de estrategia frente al mundo. Cristina ha dejado de mostrar amistades con los demás líderes de izquierda del continente para enfocarse en su crisis interna. El estilo de confrontación e imposición, tan característico de los discursos kirchneristas solo ha conllevado a la generación de inconformidad.
El país sigue a la espera de soluciones reales que deben ser implementadas desde el diálogo. Esta semana los dirigentes del campo estarán reunidos buscando aproximarse al gobierno, y amenazan que si no sienten ánimos de cooperación y resolución, continuarán promoviendo movilizaciones desde distintas ciudades. Ojalá el pueblo argentino sea escuchado en pro del desarrollo, sobre todo, en esta época de crisis mundial económica, donde los gobiernos deben tomar posición social antes que todo.
1 comentario:
Interesante articulo. El contenido está muy completo, sobre todo porque informa muy bien al lector y a los que estamos un poco alejados de la problematica internacional.
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