jueves, 7 de agosto de 2008

Pena de muerte y vergüenza social

Aún quedan rezagos de discriminación racial en Estados Unidos. Ejemplo de esto, la pena de muerte, aceptada en 37 de los 51 estados.


El tema espinoso de la pena capital se desempolva de vez en cuando. La última polémica se desató el 28 de julio cuando el presidente estadounidense George Bush firmó la sentencia de muerte del soldado Ronald A. Gray procesado por cargos de violación y homicidio. La ley establece que el presidente es el encargado de aprobar la sentencia cuando se trata de un miembro de las fuerzas armadas, caso que no sucedía desde hace más de 50 años.

El sistema jurídico de Estados Unidos se divide entre delitos federales y estatales. Los primeros son tratados por el congreso nacional y corresponden a crímenes de guerra, espionaje, genocidio y traición a la patria. Los estatales dependen de la jurisdicción de cada estado, liderado por el gobernador, teniendo libertad para debatir, aprobar y sancionar según el Código Penal Estatal. Dentro de este marco, la sujeción a la práctica de la pena de muerte depende de la legislación de cada estado. Sin embargo, existen excepciones, como los juicios a militares, que exceden a la jurisdicción común estatal y son tratados dentro de cortes federales.

El proceso de la aprobación y ejecución de este tipo de condenas es extenso. La sentencia del soldado Gray fue dictaminada por una corte militar en 1988, y definida 20 años después. Una vez firmada por el mandatario, hay otro tiempo de espera antes del sometimiento de la misma, cuestionado por muchos, como un doble castigo. En primer lugar, por el sufrimiento del encarcelado debido a la incertidumbre sobre su sentencia, y en segundo, por la eterna expectativa de la fecha de su defunción.

Lo inquietante de este juicio es que se trata de un soldado de origen afroamericano. David Jacobs, profesor de la Universidad Estatal de Ohio, afirma que una de las actuales influencias divisorias de las políticas estadounidenses es la discriminación racial. Estudios sociológicos llevados a cabo en esta institución concluyen que los acusados afroamericanos o latinos encontrados culpables de asesinatos enfrentan mayores probabilidades de ser ejecutados que cualquier otro infractor de la ley.

De igual manera, la pena de muerte es legal en estados con porcentajes más altos de residentes afroamericanos. Junto con los inmigrantes, se trata de minorías sociales que evocan sentimientos de hostilidad y temor hacia el resto de la sociedad. Este panorama conlleva a que muchos acusados y condenados a pena capital sean personas de bajos recursos, con pocas posibilidades de defenderse en los tribunales con buenos abogados. Por estas razones, muchos detractores clasifican a la pena de muerte como una medida racista y clasista.

Bajo este esquema de justicia, han sido condenados a muerte jóvenes menores de 18 años y personas con retraso mental, ejemplo lo cual es el caso de Frank Williams en el estado de Arkansas, quien está en lista de espera para ejecución, mientras los tribunales estudian una carta recibida que suplica clemencia por su condición de salud.

Desde los distintos acuerdos formulados tras la Segunda Guerra Mundial, muchos países han abolido este mecanismo y se han implementado campañas que defienden los derechos humanos ante todo. La actual democracia pretende extinguir antiguos regímenes militares y autoritarios que usaban la pena capital como método de opresión política y disciplina militar.

Sin embargo, subsisten gobiernos que promueven una guerra de venganza contra criminales. China, Irán, Pakistán, Iraq, Sudán, Corea del Norte, y Estados Unidos, fueron los países que más ejecuciones realizaron en el 2007. Niegan el valor de la vida humana al permitir la violencia en manos del Estado, como supuesto plan para proteger a sus sociedades de violaciones y homicidios.

Lo que muchos argumentan, es que se trata de decisiones ilusorias, pues ningún índice de criminalidad ha disminuido con la aplicación de estas penas. La pena de muerte es un crimen premeditado, que le quita limitaciones al Estado, dándole el poder de decisión sobre quién y cómo debe morir.

Esta aplicación de violencia para combatir violencia solo produce terror, pero se encuentra lejos de generar reparación y aprendizaje para la sociedad. Según la Unión Europea, el castigo capital representa una directa violación de los derechos humanos, razón por la cual ha sido abolido en el viejo continente -con excepción de Bielorrusia que no pertenece a esta organización-.

De hecho, la erradicación de la pena de muerte es una exigencia de membrecía a la UE. No obstante, países observadores, como Estados Unidos, no han acatado tal norma.

En el siglo XII, el académico Maimonides decía, “es mejor y más satisfactorio liberar a un millar de culpables que sentenciar a muerte a un solo inocente”. Y esta es la polémica. Ningún sistema judicial puede garantizar certeza absoluta en sus decisiones, lo cual deja cierto riesgo de equivocación, que en el caso de la pena de muerte, implica una decisión irreversible.

En los últimos 35 años, Estados Unidos ha tenido que liberar a 129 inocentes sentenciados a pena capital, luego de encontrar fallas en sus procesos. Este dato arroja ciertas dudas, ¿cuántos ejecutados habrán sido inocentes?, si estas son apenas cifras oficiales, ¿cuáles serán las reales?

En el caso de China, el gobierno no divulga estadísticas de las ejecuciones. Amnistía Internacional calcula que en 2007 fueron 470 según informes encontrados, sin embargo, estiman que la cifra podría llegar a 6,000.

El caso de Ronald A. Gray demuestra la fragmentación social existente en Estados Unidos, un país que se conforma en gran parte por una población migrante. Seguir aceptando la condena a muerte en más de la mitad de su territorio solo contribuye a aumentar los índices de xenofobia, equivalentes a la generación de violencia, falta de oportunidades y ruptura nacional. Hablando de un país que promulga tanto sobre libertad, seguridad, justicia y democracia, resulta paradójico que promueva acciones de barbarie que en nada contribuyen a la formación de nación.

Fuentes:

  • BBC.com
  • Independent UK
  • American Civil Rights Union
  • CNN.com
  • Deathpenaltyinfo.org
  • Eltiempo.com
  • Thenewyorktimes.com

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanta como escribes lolmus. Keep it up!

Anónimo dijo...

No quiero vivir en un universo en el cual el 1er mundo tenga problemas!

Triste muestra del primitivo pensamiento que se sigue teniendo en muchos estados, de lo que se considera el mundo civilizado, donde se ejecutan a menores y gente con estados mentales dudosos.
Que hace parecer correcto quitarle la vida a un producto de la alienacion y de la constante asonada de medios que oprime bajo el yugo del terror. problablemente seres igual de trastornados al mismo criminal son los que permiten esto. tal como dijo golden sobre el estado: Ha fallado totalmente en destruir o tan siquiera minimizar el terrible azote de su propia creación.
Un estado hecho con retazos que con la idea de autopreservacion "pierde su integridad".