Hoy son más que evidentes las consecuencias de la irresponsabilidad mundial frente a los recursos naturales. Un cambio climático sin precedentes tiene a algunas regiones del mundo viviendo las peores sequías en medio de condiciones desastrosas. Muchos pierden la cuenta. 229.866 personas desaparecidas por el terremoto del Océano Indico en el 2004, 1.836 muertes a raíz del Huracán Katrina en Estados Unidos, más de un millón de afectados tras el más reciente desastre natural en Birmania, y Colombia, no se queda atrás.
Llevamos 9.500 damnificados con las lluvias de este año, y el DAMA prevé que el periodo invernal podría durar hasta enero del próximo. Hay vías colapsadas por las alzas de las aguas, y los ríos Cauca, Magdalena y Bogotá están en vigilancia por posibles desbordamientos.
Mientras tanto, ocupamos territorios vecinos, bombardeamos, y nos sentimos orgullosos por estar recuperando nuestro país. ¿Cuál guerra?, lo que Colombia tiene es un controlado conflicto armado que vamos ganando, entonan muchos. Los medios nacionales nos recitan comunicados oficiales. Todo va bien.
Paralelamente, ignoramos cualquier otro tema que interfiera. Debe fallecer un congresista para ocupar tiempo al aire y la gente se pregunte, ¿qué pasa con nuestro sistema de salud?, y si esta es la importancia que le damos a nuestros ciudadanos, calculen lo que puede pasar con el resto. Especies en vía de extinción, suelos contaminados, desaparición de espejos de agua. De eso no se habla. No conviene, impacta, ni sube ratings; por lo tanto, tema ignorado.
La guerra, sin embargo, sí conviene. Mantiene en el poder, garantiza seguidores, y sobre todo, da esas noticias hollywoodenses que tanto nos gustan. Nadie se pregunta por qué los gastos militares han tenido un crecimiento del 13.29% desde el 2001 hasta este año. Mucho menos, por qué las inversiones ambientales no alcanzan estas cifras. ¿Será que la inminente Seguridad Democrática nos salvará cuando el aire bogotano se convierta en irreparable, o perdamos los cerros a punta de erosión y maltrato?
El planeta está enfermo por la falta de regularidades en temas de construcción, industrias y planeación. Colombia se sigue creyendo un discurso bélico que promete todo lo incumplible. Ojalá que nuestra compra de armas y celebraciones de victorias militares nos mantenga así de ocupados, para que el momento de las profecías mortales no nos sorprenda, y podamos seguir haciendo lo que nuestro país mejor hace; evadir verdades.
1 comentario:
Interesante post, interesante blog.
Un saludo.
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